

-Disculpa, es que mientras esperamos a que vuelvan las hojas nos sentimos muy solos...
-Entiendo, contestó ella, pero en fin, es el ciclo vital, el otoño se las lleva, inevitablemente...
-Eso es lo que cree todo el mundo, contestó él, pero se marchan ellas porque quieren, luchan por despegarse, por echar a volar aunque sea unos segundos, sabemos que es culpa de los pájaros, con todas esas historias que les cuentan sobre ser y sentirse libres.
Algunas -prosiguió-, las más impacientes, se retuercen y se lanzan a la menor ocasión. Pero otras, esperan a que se levante esa brisa que las haga volar, bailar, hacer remolinos, ir, venir, y con suerte, llegar al agua, y seguir la travesía, aunque sea unos minutos más.
Nosotros, las miramos con nostalgia, y anhelamos su regreso...Resignados, buscamos otros quehaceres que no sea cuidarlas, bailamos a nuestra manera, unimos las ramas con formas bonitas, deseando que les guste cuando regresen y no quieran irse más, pero...Algunos árboles, ciegos por la locura del abandono, intentan seguirlas, y quiebran el suelo con sus raíces...otros, nos alegramos de haber crecido junto a un banco, y esperamos que el sol empuje al humano a sentarse, a cerrar los ojos, y así, compartir sus sueños de primavera...