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"Te mando algunas en rama, que duran más...", me dijo mi padre. En el árbol, las cerezas siempre parecen familias numerosas, tantas, tan juntas...Aquí, en mi nevera, parecían náufragos agarrados a una tabla, peleando por aguantar. Los tallos iban mermando y las hojas prestándole vida al fruto. Abría la puerta y aquello me parecía un cuadro en sí mismo, abría y abría para mirarlas, y me resistía a sacarlas de allí. El día que por fin lo hice, no pude arrancarlas sin más, las fuí separando con cuidado de la rama, sin desprenderlas de las hojas, y así, fuí colocando una por una sobre un pequeño plato, descubriendo un nuevo cuadro en sí mismo, en su soledad.
